miércoles, 6 de octubre de 2010

El Perdón

Cada día te vas acercando paso a paso a lo que tú quieres, aún cuando muchas veces no estés consciente de ello. Pero ten cuidado, puedes tener un enemigo, capaz de destruir sin piedad y misericordia lo que con tanto trabajo has construido.


Me refiero a tus propios resentimientos, cargas negativos y, eventualmente, el odio en tu corazón. El resentimiento es como tomar un veneno para tratar de envenenar a otro.


A veces el dolor del primer instante pasa, el rencor se queda, nos enloquece, como a una herida que no se deja sanar, para no seguir avanzando, con alegría. El resentimiento es un monstruo, que puede apoderarse de ti y continuamente lo puedes alimentar con los pensamientos de queja y de auto-compasión, entre más te resientas, mientras más angustia, mas te toma, lo haces mas partes de tu vida que invadirá cada área en donde te encuentres, ya que saldrá a la luz por cualquier motivo, tu mente lo activara como algo presente.

Estos son los fantasmas que le llamo yo, y es la misma energía que se usa para construir tus sueños o la vida más plena que te mereces. No te sabotees perdiendo la energía ni tus capacidades de razonamiento. Quien no perdona y lava su corazón de la sangre malograda que tiene, sin darse cuenta, poco a poco se aísla, empieza a olvidar o dejar de disfrutar lo grato de su vida, deja de compartir para solo refunfuñar a sus seres queridos o amigos, lo terrible es como dañan su entorno, y tus amigos se apartan agotados de escuchar siempre lo mismo.


Con el rencor te haces mas difícil el compartir y gozar del día a día, lo difícil y lo agradable se opaca con el tormento de la amargura. ¿Vale la pena? Digno no es quien resiente, digno es quien perdona.


Que estúpida es la venganza que nos mantiene sujeto en el dolor. La venganza sabia es dejarlo ir, seguir adelante, es construirse en vez de destruirse, es saber que al final todo pasa y la vida cobra lo que es de cada cual, entonces ¡Para qué pre-ocuparse!


El perdón es un regalo para sí mismo, es regalarse la paz. Es soltar la carga, es decidir mirar la luz de nuevo y con determinación caminar hacia ella, hacia lo mejor de ti, de tu vida, para vivir con la intensidad que uno desee darle a su vida.


Aprender a sonreír y dar las gracias por cada amanecer. No perdones para que el otro cambie. Acéptalo, el otro nunca va a ser como tú quieres, eso no depende de ti.


Se feliz y haz feliz a otros, suelta y comparte desde lo único que tienes en abundancia, el Amor.


No le des a nadie el poder de dañarte y hacerte infeliz, perdona, porque decides hacerlo, retoma tu poder tu inmensa capacidad de construir tu propia tranquilidad.

Soltar, Dejar ir, Aliviar, Perdonar.


Sacar de ti para siempre el dolor que está sufriendo tu corazón, para sencillamente dejarlo ir. Tu vida vale mucho para que malgastes tus energías luchando contra estos fantasmas, que te causen dolor que ni tú, ni los tuyos, se lo merecen. Decide ya por tu tranquilidad, por tu sanación del alma y una vez más sentirás el orgullo de tu fuerza. Una fuerza que es Dios en ti.


-Maria Soledad Peñafiel


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